Enfermedad cardiaca y deporte, cada vez menos incompatibles

Domingo 25 de Agosto del 2019

Una mujer se somete a pruebas cardiacas mientras hace ejercicio.

Una correcta evaluación médica garantiza una práctica deportiva segura.

La cuestión sobre la práctica deportiva en personas con enfermedades cardiacas tiende a dirigirse a los extremos: o nada de ejercicio o actividad sin ninguna limitación. La realidad es que, a medida que ha aumentado la información disponible sobre cómo afecta el deporte a la patología del corazón, los cardiólogos, especialistas en medicina del deporte y demás profesionales implicados han ido levantando los frenos que dejaban parados a muchos pacientes. Eso sí, con todas las evidencias científicas en la mano y evaluando caso por caso.

En opinión de Amelia Carro, coordinadora del Grupo de Trabajo de Cardiología del Deporte de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), “se generaliza demasiado”. Para evitarlo, la información es poder y el asesoramiento a los cardiópatas deportistas debe ser “muy individualizado y dinámico”. Por ejemplo, alguien que ha sufrido un infarto de miocardio “tiene por delante un periodo de cicatrización de la lesión de tres semanas”, durante el cual deberá observar una cautela especial. Una vez salvada esa fase inicial, en función de la causa y la extensión del infarto y según los resultados de las distintas pruebas médicas a las que se le someterá (electrocardiograma, ecocardiograma, etc.), se podrá determinar su evolución y cuándo y cómo puede retomar la actividad deportiva a pleno rendimiento.

Luis Serratosa, coordinador del mismo grupo de trabajo de la SEC, coincide en que es preciso personalizar al máximo las recomendaciones para evitar que la práctica deportiva altere la salud cardiaca, pero también añade que es hora de dejar de “asustar a la población” y no desviar la atención de lo fundamental: “El ejercicio es una herramienta terapéutica esencial; el principal problema no es la muerte súbita en el deporte, sino el aumento del sedentarismo”.

Recomendaciones según el tipo de patología cardiaca

La Sociedad Europea de Cardiología (ESC) ha actualizado en los últimos meses sus recomendaciones sobre participación de las personas con distintas enfermedades cardiacas en deportes de competición o amateur. Las anteriores databan de 2005. En términos generales, se puede afirmar que sus directrices son bastante menos restrictivas que las recogidas en ediciones previas de las guías. Entre otras cosas, asevera Carro, porque “la actividad física forma parte de la rehabilitación cardiaca”. Estos son algunos ejemplos de las pautas que ofrecen los especialistas en función del tipo de enfermedad:

Cardiopatías congénitas

Los tiempos en los que los niños con problemas cardiacos eran apartados de las clases de educación física en el colegio han quedado muy lejos. “La actividad física ya se considera una parte de su terapia”, recalca Carro.

El gran avance que ha experimentado la cirugía ha permitido que cada vez más niños con cardiopatías congénitas lleguen a adultos, pero con secuelas. Dado que existen muchos tipos, la individualización del ejercicio es indispensable. Las restricciones no suelen ser máximas, pero buena parte de los afectados nunca van a poder llegar a un nivel de competición.

Hipertensión

Las guías europeas no plantean restricciones absolutas de la práctica deportiva en personas con problemas de tensión arterial pero, tal y como señala Serratosa, para poder hacer ejercicio de forma segura “tiene que tratarse de una hipertensión controlada y que no afecte a otros órganos (corazón y riñón fundamentalmente)”.

Si la enfermedad no está bien controlada, existe algún otro problema cardiaco o bien lesiones en otros órganos, se desaconsejan ciertos deportes. En el peor de los casos, cuando a la hipertensión descontrolada se suman tanto lesiones de órganos como otras enfermedades, se recomienda evitar los deportes de más riesgo, sobre todo los de potencia (boxeo, lucha libre, carreras de velocidad…).

Miocardiopatías

Las miocardiopatías son enfermedades en las que el músculo del corazón está alterado en ausencia de una causa aparente. Hay tres tipos principales: hipertrófica, dilatada y arritmogénica. La más frecuente de todas, con diferencia, es la miocardiopatía hipertrófica.

Muchas de estas enfermedades evolucionan con el tiempo, con una pérdida progresiva de la función del corazón, lo que obliga a readaptar el ejercicio físico. “Pero, al mismo tiempo, el ejercicio puede ralentizar la progresión, ejerciendo un beneficio terapéutico”, aclara la cardióloga. Hay una excepción, la miocardiopatía arritmogénica de ventrículo derecho, en la que se ha comprobado que “el ejercicio es un claro desencadenante de arritmias”.

Enfermedad coronaria

Los datos de estudios observacionales indican que el entrenamiento intensivo (más de siete veces a la semana o 18 horas de ejercicio semanal extenuante) eleva el riesgo de muerte prematura en pacientes con enfermedad coronaria. Por ejemplo, hay investigaciones que revelan que el riesgo de muerte súbita es entre dos y tres veces superior en quienes practican el triatlón.

Pero, en el otro lado de la balanza, se dispone de una cantidad ingente de estudios que certifican que la realización de actividad física de forma habitual reduce el riesgo de desarrollar enfermedad coronaria, así como la probabilidad de muerte súbita o paro cardiaco durante el ejercicio vigoroso. Además, se ha comprobado que la incidencia real de eventos cardiacos graves mientras se realizan actividades intensas es muy baja.

Por lo tanto, tal y como concluyen los autores de las guías de la Sociedad Europea de Cardiología, “los beneficios de la actividad física regular y la participación en competiciones sobrepasan, con diferencia, el incremento del riesgo de eventos coronarios provocados por la actividad física intensa”.

La individualización y planificación del ejercicio físico, contando siempre con el asesoramiento de profesionales sanitarios cualificados, es clave para controlar el riesgo  en personas con enfermedad coronaria asintomáticos y, con mayor razón, en quienes han padecido angina de pecho o infarto de miocardio.

Fuente: http://ow.ly/RhGK30ppCvw